miércoles, 5 de noviembre de 2014

Crónicas de un guerrero

Eran sobre las tres y media. Estaba acostado en el sofá como cada tarde, viendo la tele. Había tenido un dio de lo más sencillo, monótono, incluso algo aburrido, pero ya había comido y ahora estaba esperando con la tarde que se le ponía por delante.
A su pesar la tarde no fue como el esperaba ese mismo día por la mañana mientras charlabas con sus compañeros del trabajo a la hora del café. Ese día su cabeza había estado concentrada en el trabajo mientras lo demás se relajaba ante un fin de semana que se presentaba, pero él no tenía muchas ganas de echarse unas risas y se dedicó específicamente al trabajo.
...
Eran ya las seis de la tarde. Desde hace una hora parecía que el reloj había decidido ponerse en huelga y hacer que el tiempo pasara lentamente. Aun así seguía pasando en tiempo frente al televisor, y andando con el ordenador. La verdad solo deseaba que alguien lo llamara para salir de casa, ir dar un paseo, pero al parecer ese día la gente estaba ocupada en sus ajetreos, como si todo el mundo girara a su alrededor y el siguiera ahí sin inmutarse, al margen de las leyes del tiempo y del espacio ..
Eran las ocho de la tarde. Cansado de esperar, se vistió y salió a esa cita a la que no llegaría tarde, ya que nadie le estaba esperando. Paso a lado de la tasca, cogió una cerveza y se echó a andar calle abajo. No había ni dado un trago a la cerveza cuando a lo lejos diviso una escena que hizo que la garganta se le cerrara.. Se le rompieron los ojos, y los puños habían comenzado a apretar los dedos contra la palma de la mano.
Hay que ver lo caprichoso que es el destino, ya que lo coloco en el momento idóneo, en el lugar correcto, para ver un escena que solo sirvió para hacerle daño, causarle ira, rabia, celos, envidia ..
Con la cerveza en la mano, echó a andar de forma nerviosa y uniforme, en busca de un lugar lejos de la civilización, al margen de la gente, un lugar donde relajarse y liberar toda la tensión acumulada. La escena había sido horrible, no dejaba de repetirse en su cabeza una y otra vez. No podía evitar golpear todos los objetos que se encontraba por su camino. Veía a la gente con la que se cruzaba riendo, paseando, feliz.
Tomo el paseo que salió del pueblo, y en la primera salida en la oscuridad, se desvió del camino, descendió por un desfiladero y se aposto en la primera roca que vio. Acostado en la roca fría, en la noche oscura, echo la mirada al cielo, buscando entre las estrellas una respuesta, ya que después de tanto tiempo de subidas y bajadas, volvía sentirse confuso, decepcionado.

Otra vez solo había múltiples respuestas, pero ninguna concreta. Pero lo que parecía es que se había convertido en el segundo plato de una comida que hace tiempo debería haber terminado.


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