Eran sobre las tres y media. Estaba acostado en el sofá como
cada tarde, viendo la tele. Había tenido un dio de lo más sencillo, monótono,
incluso algo aburrido, pero ya había comido y ahora estaba esperando con la
tarde que se le ponía por delante.
A su pesar la tarde no fue como el esperaba ese mismo día
por la mañana mientras charlabas con sus compañeros del trabajo a la hora del
café. Ese día su cabeza había estado concentrada en el trabajo mientras lo demás
se relajaba ante un fin de semana que se presentaba, pero él no tenía muchas
ganas de echarse unas risas y se dedicó específicamente al trabajo.
...
Eran ya las seis de la tarde. Desde hace una hora parecía
que el reloj había decidido ponerse en huelga y hacer que el tiempo pasara
lentamente. Aun así seguía pasando en tiempo frente al televisor, y andando con
el ordenador. La verdad solo deseaba que alguien lo llamara para salir de casa,
ir dar un paseo, pero al parecer ese día la gente estaba ocupada en sus ajetreos,
como si todo el mundo girara a su alrededor y el siguiera ahí sin inmutarse, al
margen de las leyes del tiempo y del espacio ..
Eran las ocho de la tarde. Cansado de esperar, se vistió y salió
a esa cita a la que no llegaría tarde, ya que nadie le estaba esperando. Paso a
lado de la tasca, cogió una cerveza y se echó a andar calle abajo. No había ni
dado un trago a la cerveza cuando a lo lejos diviso una escena que hizo que la
garganta se le cerrara.. Se le rompieron los ojos, y los puños habían comenzado
a apretar los dedos contra la palma de la mano.
Hay que ver lo caprichoso que es el destino, ya que lo
coloco en el momento idóneo, en el lugar correcto, para ver un escena que solo sirvió
para hacerle daño, causarle ira, rabia, celos, envidia ..
Con la cerveza en la mano, echó a andar de forma nerviosa y
uniforme, en busca de un lugar lejos de la civilización, al margen de la gente,
un lugar donde relajarse y liberar toda la tensión acumulada. La escena había
sido horrible, no dejaba de repetirse en su cabeza una y otra vez. No podía
evitar golpear todos los objetos que se encontraba por su camino. Veía a la
gente con la que se cruzaba riendo, paseando, feliz.
Tomo el paseo que salió del pueblo, y en la primera salida
en la oscuridad, se desvió del camino, descendió por un desfiladero y se aposto
en la primera roca que vio. Acostado en la roca fría, en la noche oscura, echo
la mirada al cielo, buscando entre las estrellas una respuesta, ya que después
de tanto tiempo de subidas y bajadas, volvía sentirse confuso, decepcionado.
Otra vez solo había múltiples respuestas, pero ninguna
concreta. Pero lo que parecía es que se había convertido en el segundo plato de
una comida que hace tiempo debería haber terminado.
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